Directora de revista literaria (con carrito)

lunes, marzo 28, 2005

Relojes

Ciria, Domingo de Pascua 2005

El reloj de la cocina nunca marca una hora exacta. No es que atrase o adelante un número determinado de horas y minutos, es simplemente que lleva su propio ritmo. Lo que sí es cierto, es que nunca se para: es imposible no oír su rítmico tic-tac horadando este silencio. A ratos observo el fuego de la chimenea, y a ratos, el reloj. Creo que he descubierto su aleatorio mecanismo: todavía no sé la frecuencia exacta, pero a intervalos la aguja avanza y retrocede, avanza y retrocede, sobre los segundos 40 y 41. De esta forma no cesa su vaivén testigo del tiempo y consigue en cierta forma retrasarlo; o adelantarlo: aquí, ¿quién sabe? El tiempo tiene su propio ritmo. Los relojes, también.

Exilio

Ciria, Jueves Santo 2005, medianoche, leyendo a Sabato

“Todo cielo, cuando no es el nuestro, ahonda el sentimiento de desamparo” (Ernesto Sabato)
“El aire era un inmenso abandono” (Pedro Salinas)

Elijo el exilio. Lo elijo a sabiendas del desamparo que me espera lejos de mi tierra. ¿Por qué? Todavía soy incapaz de contestar esa pregunta. “Todos tenemos un deber de amor que cumplir”, resuena en mi cabeza Gioconda Belli, “nadie puede evadir su responsabilidad”. Y así, tras estos versos, decidí volver a una ciudad que nunca había sido mía. Y decidí exiliarme de mi lugar antes que exiliarme de mi deber.

Mi lugar es tierra árida y fría (Machado). Aquí nada crece, salvo la soledad escondida en cada ranura del alma y de las piedras. Aquí el tiempo no existe. Abrir una puerta y mirar hacia su interior es como atravesar un laberinto sin relojes. Abro la puerta hoy y el interior es al mismo tiempo ayer y mañana. Es el recuerdo de lo que fui, y es el futuro que pertenecía a aquel recuerdo. El tiempo rebota en cada una de las paredes de la habitación como si de espejos deformantes se tratasen.

Olga Orozco dice: “…antes de convertirme en un bostezo en la boca del tiempo”. Este pequeño rincón del mundo no es más que eso, “un bostezo en la boca del tiempo”. Y quiero escapar, gritar y enfrentar mi responsabilidad. Corro exhausta por vericuetos de palabras desconocidas hasta alcanzar una ciudad no-mía en la que me creo libre. Pero estoy más atrapada que nunca, y el destierro cae sobre mí como un inmenso abandono.

lunes, marzo 21, 2005

Ernesto Sábato

Parece ser que hay una posibilidad, no sé si lejana o cercana, de distribuir Iguazú en la librería Pasajes de Madrid. Así, buscando información sobre esta librería, me he encontrado con el siguiente texto de Ernesto Sábato, perteniciente a su último libro "España en los diarios de mi vejez":

Esta mañana fuimos a la librería Pasajes, en la calle Génova, a pocos metros de la plaza Alonso Martínez, un barrio que yo solía recorrer hace años cuando caminaba incansablemente por los lugares que me atraían, o que me rechazaban. (...)

La disposición de los libros, la calidad de los títulos y de las ediciones, demuestra profundo amor por la literatura y así lo siente quien entre por primera vez a esta pequeña y cálida librería. (...)

Cada vez son menos quienes se arriesgan por la verdadera literatura, por eso me gusta tanto encontrarme con los Sierra; en ellos me conmueve el esfuerzo que hacen por sostener un espacio en la literatura y en el pensamiento. Tengo un reconocimiento real por esas pequeñas editoriales, y una verdadera nostalgia por las modestas librerías que eran atendidas por hombres enamorados de su oficio, y que en otro tiempo supe frecuentar en mis años de lector ansioso.

Sí, siento nostalgia cuando me recuerdo hurgando aquellos viejos estantes como quien busca un exótico tesoro. Aquella necesidad, casi física, por acariciar los lomos de los libros, por oler sus páginas impresas; como si en ese acto estuviese implícito un primer acercamiento, un olfato, como aquel con que los hombres de campo valuaban sus caballos. Y luego, la urgencia por hallarnos a solas con el libro, en silencio frente a la página, inermes ante una obra que podía modificar sustancialmente el curso de nuestra vida. Todo aquello formaba parte de un rito que se ha vuelto inusual en nuestro tiempo.

Una gran obra nace de una soledad desgarradora, y lo que pide es ser recibida por una soledad semejante que la acoja. Responsables de este embrutecimiento son el vértigo en que vivimos, que nos ha embotado la sensibilidad, y una filosofía general de la existencia que ha reducido al libro, y a todo lo existente, a la categoría de mercancía.

sábado, marzo 19, 2005

Amor infiel. Emily Dickinson por Nuria Amat

De este libro ya hablé en un post de octubre, pero quería rescatar ahora alguna de sus palabras. Es un libro que me cayó a la cabeza literalmente, cayó sobre mí al estar sacando yo otro libro de una estantería. Aquí, mi teoría de que los libros "saltan" (a veces literalmente, como era el caso) sobre una en el momento exacto, y que son ellos los que te buscan a ti, más que tú a ellos, se vio absolutamente refrendada. En pocas horas, ya se convirtió en imprescindible. Como se dice en la contratapa: "Este libro no está hecho para ser leído: este libro está hecho para acudir a él con asiduidad".

Y sin más, otorgo la palabra a estas dos autoras:

(De los capítulos "Amistad" y "Cartas"):


Amiga ausente

Gracias por la nieve, que ha estado cayendo hoy, en lugar de cualquier otro día, cuando el mundo y sus pesares tratan de apartarme de ti, mi amiga ausente, y gracias también al saber que no te aburren mis desdichas o al menos no lo dices, y cuando el mundo de afuera sigue frío y gime la lluvia con tanta desesperación, sé perfectamente que tú eres mi refugio de cualquier tormenta.


No hace sol

No hace sol, pero yo puedo sentir sus rayos acariciar mi alma y transformarla en verano. Lo único que pido es que el sol brille también sobre mi querida amiga ausente y la convierta en pájaro.


Carta sin palabras

Te he escrito muchas cartas desde que te fuiste.

No imagines el tipo de cartas que se echan a un buzón o se envían por correo, sino breves cartas sin palabras, muy llenas de cariño y colmadas de secretos. Pero les faltaba tu verdad, y entonces no eran válidas porque tú no podías contestarlas, y para escribirte hace falta tomar papel y tinta, una lástima tener que utilizar tanto material para algo tan sagrado.

Pero trataré ahora de escribirte al menos una de éstas, aunque no sea ni la mitad de valiosa que las otras, las cartas que no hablan.


(Del capítulo "Amor"):


Sin palabras

En la mano que me tiendes en la oscuridad pongo la mía. Y me doy la vuelta.

Tu amor me ha dejado sin palabras.


Declaración

Ahora puedo decirte cuánto te quiero y sé que te hará feliz saberlo. Sigo contigo desde que me escribiste la primera carta, siempre contigo, más ahora que entonces, pues has de saber que estos últimos días te he sentido mucho más conmigo, mucho más cerca de mí, yo que te he deseado tanto y he rezado para poder verte y escucharte, y sentir tu ardiente corazón latiendo al lado mío, con toda su música en nuestro silencioso palabreo.


Pienso en ti

Pienso en ti tan enteramente que no puedo resistirme a escribirte de nuevo para preguntarte esta vez si estás a salvo.

El peligro no se encuentra al principio, cuando somos inconscientes, sino en los días mucho más lentos del después.

No trates de salvarte; deja, por el contrario, que sea la libertad la que venga a rescatarte. Seguro que lo hará.

Amor rescata amor, pues somos nosotros sus únicos y solitarios héroes.


Amor secreto

Ansiosa e impaciente, así me siento y sentiré hasta que el día señalado para verte llegue al fin sin que haya de esperar demasiado, pues hasta entonces yo seguiré de luto por ti, que nunca has muerto. Y todo porque empiezo a creer en ti.

¿Será posible nuestro encuentro?

Te incluyo un beso a escondidas por si acaso hubiera alguien por ahí.

¿Juras que nunca permitirás que nos descubran?

Efecto retrovisor

Hace un par de semanas terminé la lectura de "Efecto retrovisor", la primera novela de Thais Morales, que es el primer libro publicado por la editorial de reciente creación "Ellas editorial" . Pude conocer a Gemma, la editora, y me pareció una persona interesantísima, encantadora y abierta, cuyo interés es publicar textos que ayuden a normalizar el hecho lesbiano sin excluir a nadie, por lo que le da igual el sexo u orientación sexual de sus autoras y autores, y lo que de verdad le importa es la calidad de los escritos. Esta primera apuesta editorial es un buen ejemplo de su talante. Es un buen libro, ameno, interesante, reflexivo y bien escrito, y el hecho de que la protagonista sea lesbiana es puramente circunstancial, nada tiene que ver con la historia de espejos, ausencias, viajes y encuentros que en él se relata.

Os copio aquí dos párrafos para que sea el mismo libro el que os incite a leerlo. Yo poco más puedo decir.

Visto desde la distancia, con tantos años de por medio, siete de relación más dos de separación, aquel principio, su primera mirada, lanzada en medio del gigantesco espacio de un aeropuerto, parecía un relato que de leerlo tantas veces se hubiese vestido con un aura de realidad, igual que algunas mentiras, que de tanto repetirlas, acaban formando parte de nuestra biografía con una fragilidad tal que se tiñen de nostalgia y la nostalgia es un rasgo propio de vivencias reales.


Bajo aquel cielo, después de hacer el amor con una desconocida, Mara decidió con una fuerza que no había sentido antes, por sí misma, que tenía ganas de explicárselo sin esperar nada más que el silencio de ser escuchada: un acto tan simple de comunicación, hablar y que, como única respuesta, te escuchen; aprehender esa maravillosa sensación de que lo que vas a explicar es importante, de que el tiempo está de tu parte, gracias a que alguien que está cerca quiere escucharte de la misma manera que tú quieres hablar y que puedes explicar tu vida sin la ansiedad de sentir un cronómetro cerca. A cambio, únicamente el silencio.

viernes, marzo 18, 2005

Calma tras la tormenta

Hace unos días que no escribo nada por aquí. Eso, además de por el trabajo y por mi reciente participación en Todas (algunos textos que irían aquí los reservo para mi columna en Todas, que se llamará "Tamaño Nuria"), se debe a una curiosa ecuación que se da en mí cada vez que me da por ser sociable. Por cada día de sociabilidad, necesito tres de antisociabilidad. Y después de mis peripecias por Divina's y por Nosotr@s, y de haber tenido a una amiga en casa durante un mes, definitivamente, necesito descansar. Incluso en el trabajo notan mi malestar, y eso que que "teletrabajo" desde casa y hace meses que no me ven en la oficina. Y mira que es difícil que a una le noten el mal ánimo a través de una pantalla...

Y como en este blog no se trata de deprimir a nadie, y mis últimas creaciones eran un tanto melancólicas, he decidido también mantener un silencio internáutico como parte de mi terapia de recuperación. Además, he aprovechado para leer cosas interesantes tanto por la web (el universo blog cada día me fascina más) como en el clásico papel (Carmen Martín Gaite siempre está al quite en estas circunstancias y ahora me acompañan sus mujeres "ventaneras").

Afortunadamente, dentro de una semana estaré en mi necesario retiro en mi pueblo, del que espero volver renovada, como hago cada año.

martes, marzo 08, 2005

Todas

Os invito a leer la interesante bitácora Todas, en la que participo y que se ha inaugurado hoy.

Allí podréis leer un artículo en el que relato un par de cosas que me han sucedido últimamente alrededor del concepto "de mujeres" en mis peripecias como directora de revista literaria (con carrito, y ahora también con mochila). Es increíble, pero la Librería de Mujeres de Madrid se ha negado a distribuir nuestra revista porque publicamos a hombres (sigo sin dar crédito, de verdad).

Lo explico en el siguiente enlace:

http://www.faq-mac.com/bitacoras/todas/?p=41