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jueves, agosto 12, 2004

Jeanette Winterson: Que se abrasen las miradas

Begoña Sarriás está presente en Iguazú desde el número 9, tanto con textos como con ilustraciones. Leyó un ejemplar en la universidad, se animó a contactarnos y desde entonces, con nuestros más y nuestros menos, no hemos perdido la relación. En persona nos habíamos visto una vez. Años después vino a pasar unos días a mi casa de Barcelona, cuando regresaba de Estados Unidos. Me pareció la misma persona encantadora y un poco tímida que se volcó en su día con este proyecto. Ahora sigue en Estados Unidos, dando clases. No hace mucho me envió un sobre desde allí con diversos detallitos que me alegraron las navidades. También ella es una de esas personas por las que merece la pena hacer Iguazú. Este artículo me gusta especialmente porque está escrito en lo que yo llamaría el "estilo Iguazú". No pretende ser objetivo ni pretencioso, sólo dar a conocer una lectura que nos ha entusiasmado en un momento dado, y darla a conocer con un punto de vista abierto y nada prejuicioso.

Jeanette Winterson: Que se abrasen las miradas

Now Romeo is beloved and loves again,
Alike bewitched by the charm of looks…
But passion lends them power, time means, to meet,
Tempering extremities with extreme sweet."
(Romeo and Juliet. Act II. W. Shakespeare. 1593)





Hubo un escritor inglés que hablaba del amor. Varios siglos después, hay otra escritora también nacida en la tierra de los anglos hablando de lo mismo, que no viene de más en estos tiempos de guerra. Después de leer algunos de sus libros, me gustaría que todos aprendieran de ella como yo lo he hecho. Al menos así me lo ha parecido.

De su vida personal sé muy poco y no he leído toda su obra. Jeanette Winterson se encuentra en las estanterías de literatura lésbica. Y siguiendo con las etiquetas y encasillamientos de las enciclopedias de literatura, se la puede encontrar en las páginas del postmodernismo cumpliendo con estas características y con las otras de más allá y bla, bla, bla. Algunas de sus obras más conocidas son: Sexing the Cherry (1990), Written on the Body (1992) y Gut Symmetries (2000).

Una sola mirada a las novelas de esta autora (nacida en Lancashire, 1959) es como leerse por dentro. Tiene una increíble precisión para atrapar los sentimientos y hacerlos físicos palabra a palabra. No sé si se trata de lenguaje poético, pero en muy poco espacio consigue transmitir sensaciones y pensamientos que a todos nos han recorrido por dentro. Cuando una relampagosa sensación nos ha impactado, queremos describirla, pero nos preguntamos: ¿cómo? Ella lo consigue, y muchas veces con chispeante humor infantil. Sus diálogos son cortos pero llenos de significado. Intercala cuentos fantásticos, sobre todo los referidos a la Edad Media con caballeros artúricos y princesas. Utiliza repeticiones y metáforas. El amor es un tesoro, su búsqueda un viaje, y su defensor, un héroe como sacado de tiempos lejanos. El descubrimiento de la propia identidad es un largo camino que nunca termina. Mientras tanto, ¡cuántos disfraces nos iremos probando por el camino!

En mi opinión, ella se filtra y gotea a través de sus narradores. Si unta sus personajes en la autobiografía o si se trata sólo de coincidencias, eso ya no lo sé. Ella fue una huérfana adoptada por un matrimonio protestante, como la protagonista de su obra Oranges Are Not the Only Fruti (1985), que se tradujo al español como Fruta Prohibida (Salvat. Barcelona.1995):

"Tengo una teoría según la cual cada vez que haces una elección importante, la parte de ti que se queda continúa la otra vida que podrías haber vivido. Las emanaciones de algunas personas son muy potentes y otras se crean nuevamente a sí mismas fuera de su propio cuerpo... Cabe la posibilidad de que yo no esté aquí, de que todas las partes de mi ser que bordearon todas las elecciones que hice y que no hice se rocen fugazmente... Regresar después de mucho tiempo enloquece porque a los que dejaste no les gusta pensar que has cambiado, te tratan como siempre lo hicieron y te acusan de ser indiferente cuando sólo eres diferente..."

El arte de elegir lo empezamos a practicar desde muy pequeños. Esta novelista, sitúa la elección en el mismo terreno que el riesgo y la seguridad, la vida y la muerte, la felicidad y el desamor. Y la poderosa imaginación. Según la autora, el cuerpo no puede ir por el espacio ni el tiempo, pero sí la mente; se pueden utilizar las historias para viajar a otro lugar que todavía no existe: el futuro.

Todos estos temas aparecen en el último libro que he leído de ella The Power Book (Vintage. London. 2000):

"We are our own oral history. A living memoir of time. Time is into our bodies. We contain it. Not only time past and time future, but time without end. We think of ourselves as close and finite, when we are multiple and infinite… Life flowing smoothly over memory and history, the past returning or not, depending on the tide."

El eje central de estas páginas es el tratamiento del amor. En el caso de Jeanette es un amor lésbico. Pero no me preocupa si se habla ya de un amor homosexual, heterosexual o bisexual. Me atrevo a incluir incluso el amor hemisexual, ¿por qué no?, creo que todos hemos sido hemisexuales alguna vez, antes que nada más; antes de que haya otra parte por ahí que nos haga sentir completos, que nos dé la felicidad que produce vernos identificados (sin disfraces), la parte necesaria para terminar la pintura de un ser humano. Acaso antes de eso sólo seamos esbozos, esquemas de una idea que falta por desarrollar, a la que hay que ponerle un título y darle vida propia.
Para esta escritora el amor existe y hay que buscarlo. Esto supone un riesgo que, por supuesto, hay que correr sin miedo. Es un viaje hacia la felicidad que nunca va a suponer nada negativo, y si así lo fuera, la pena y la tristeza habrían merecido la pena. La vida no es un juego, pero el juego forma parte de la vida porque el riesgo está ahí en algún lugar, en el momento en el que encontramos el amor. En la novela The Passion (Penguin. London. 1987) es donde más claramente se lee este mensaje:

"You play, you win, you play, you lose. You play.
The end of every game is an anti-climax. What you thought you would feel you don´t feel, what you thought was so important isn´t any more. It´s the game that´s exiciting.
And if you win?
There´s no such thing as a limited victory. You must protect what you have won. You must take it seriously."

De este modo sólo cuando arriesgas es cuando realmente valoras. Esto supone una constante lucha entre el cuerpo y la mente, entre lo que se debe y lo que no, entre qué-quiero y qué-tengo y qué-puedo y qué-siento.

Siempre hay una brisa de optimismo en estos libros porque para la autora, el mundo está siempre comenzando de nuevo, lo que se va acumulando del pasado no puede detener el mundo; en cada nuevo día hay nuevas oportunidades. Lo único que se rechaza en el amor es la cobardía, la falta de valor para buscarlo. La felicidad o emoción o alegría, el chispacillo que sentimos cuando el afecto nos abraza, sólo llega cuando hemos apostado todo por la otra persona. La mayor pena no es el hecho de no encontrar la felicidad, sino encontrarla en lo que ya es pasado.

El amor es apasionado y nada sosegado porque ha supuesto una lucha, un esfuerzo:

"It is not easy, this love, but only the imposible is worth the effort... So when you ask me why I cannot love you more calmy, I answer that to love you calmy, is not to love you at all." (The Power Book)

Es imposible eludir el contenido erótico de estas obras. Ni tampoco se puede dejar a un lado su enfoque lésbico. A mí me gusta el ánimo con el que defiende la búsqueda del tesoro. Encontrar esa joya es encontrarse a sí mismo, como si fuera un espejo de nuestra identidad. Este mensaje me llega a través de sus páginas, y bien se podría aplicar a todas las personas, tanto si son homosexuales como si no.

Con tantas guerras, bombas y desastres, a fin de cuentas, lo que verdaderamente queda es el amor. Jeanette Winterson deja una puerta abierta para que salgamos a buscarlo. Y yo añado que es el único fuego que debería arder, así como Shakespeare describía que Romeo se abrasaba en las miradas de Julieta. Para mí, ésta sí es una lucha con sentido. Lo que verdaderamente importa, es haber ardido en otra mirada.