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jueves, agosto 12, 2004

Entrevista a Isabel Allende

En su día, tuve mi época fan de Isabel Allende. Quería conocerla en persona para comprobar si era como parecía en sus libros. Me enteré de que iba a dar una rueda de prensa en Bilbao, y allí fuimos Arantxa Martín Prieto (inolvidable Arantxa) y yo, emocionadas y nerviosas, dispuestas a pedirle una entrevista. Nos la concedió con total naturalidad. Nos pareció una persona muy sencilla y accesible, a quien se notaba a gusto conversando con nosotras, mucho más a gusto que en la pesada rueda de prensa en la que se le notaba el tono de obligación. Se sentó con nosotras en un pequeño sofá, pequeñita como es ella, y así acurrucada nos habló como si nos conociera de siempre. Cuando le pedimos su dirección para enviarle un Iguazú (que entonces eran todavía cuatro fotocopias) agarró nuestra libreta y la apuntó ella misma. Le enviamos un Iguazú, y nos contestó de su puño y letra, en una postal artesanal preciosa. Entonces me pareció lógico que nos contestara, pero si ahora lo pienso, me parece increíble que un personaje público como ella que recibiría cientos de cartas y tendría miles de compromisos se tomara el tiempo de contestar a dos desconocidas. No sé cómo será la Isabel Allende de ahora, pero la de entonces, la que yo conocí, sorprendía por su sencillez y naturalidad, estaba muy lejana a cualquier artificio, y aunque después ya no he seguido leyéndola, me quedo con esa imagen y ese recuerdo.

Entrevista a Isabel Allende

Bilbao, septiembre de 1997


A menudo imaginaba cómo sería la mujer capaz de transmitir mediante palabras tantos sentimientos y colores, tanta calidez y dureza, tanto sentir latino en cada una de sus páginas.

Dibujé a Isabel Allende cogiendo lo más puro de cada uno de sus personajes. Otorgué a mi creación la sensibilidad y la abstracción de Clara, la valentía de Blanca y el idealismo de Alba. Añadí unas pizcas de la imaginación de Eva Luna y del exotismo de los personajes que surgían de sus cuentos. Aderecé mi creación con todo el arraigo y la unión familiar extraída de Paula, y con la dureza amortiguada de la vida de los personajes de su Plan Infinito.

Refiné mi esencia pasándola por el tamiz de la sensualidad, el deseo y la excitación de Afrodita, y de toda esta mezcla resultó un espíritu puro y libre, más cerca de un hada o una ninfa que de un ser humano, pero con un soplo inmenso y desbordante de vida. Esta era mi Isabel Allende, la mujer que transmitía en cada frase esa forma intensa de sentir y de apreciar la realidad, esa manera tan especial de ver los detalles y las cosas más sencillas de la vida.

Pero una mañana aquella creación se hizo palpable. Mi esencia se derramó sobre un cuerpo y unos ojos. Mi Isabel Allende tomó vida y cuerpo.

No recuerdo la hora, nunca he tenido memoria para los números, pero sí recuerdo que llovía. Llegamos al Hotel Ercilla media hora antes de lo indicado. Algo bullía en mi interior. No quise llamarlo nervios, era algo más, un presentimiento, un sueño a punto de cumplirse.

Apareció en un remolino, vestida de morado, flanqueada por torres trajeadas que resguardaban su pequeña figura cargada de inusual belleza.

Isabel Allende llegaba a Bilbao con la intención de presentar su último libro, Afrodita, un libro de recetas, cuentos e historias con poder afrodisiaco. Una obra que según la escritora es un disparate, un caos organizado. No sólo cumplió su objetivo, además, sin darse cuenta, hizo posible uno de mis mayores deseos, mirar aquellos ojos que tantas veces había imaginado.

A estas alturas de mi relato no tendré ya que decir que soy una enamorada de los relatos de Isabel Allende, que tras descubrir una tarde "La casa de los espíritus" no pude desengancharme de ese realismo mágico que la escritora chilena dibuja en cada novela.

Tras la rueda de prensa de rigor, conseguimos hablar con ella un ratito, unos eternos minutos. Sólo unas preguntas, unos granos de arena en el desierto, porque podría pasar horas y horas con esta mujer sin que el tiempo me rozara siquiera.

Descubrí así que aquella idea que yo (y como yo, tantos otros) había extraído de sus libros no era sólo una idealización. Es así , es mágica, es humana y siente, y llora, y está cansada, como todas, pero desprende calor y colores. Le miré a los ojos y ella no me esquivó, como lo hacen otras personas, puede ser porque ya nos conocíamos a pesar de no habernos visto nunca. Hablamos sobre su familia, fuente de inspiración en sus novelas. Sobre el amor, que, según la escritora, es el mayor afrodisiaco. Sobre espíritus como Paula, que son incorpóreos pero pesan en el recuerdo de Isabel Allende.

En fin, creo que aquellos minutos son los mejor aprovechados de mi vida, porque como un espíritu de sus obras, Isabel Allende y ese día siempre pesaran en mi recuerdo. Un abrazo y una promesa es lo que me queda de la escritora, la promesa de seguir sintiendo y gozando, de seguir cumpliendo deseos que pensaba imposibles.

Isabel Allende apuntó en un papelito su dirección de Sausalito en California. Prometimos mandarle un ejemplar de nuestra revista Iguazú. Lo haremos.

No sé si nos recordará, espero que aquellas muchachas que la miraban absortas una mañana lluviosa en un hotel de Bilbao puedan inspirar algún día a uno de los personajes de su novelas. La ilusión de las jóvenes y la vida que aún nos queda por vivir son capaces de hacer correr ríos de tinta... y de emociones.



Lo que nos dijo:

Sobre sus personajes:
La mayor parte de los personajes que aparecen en mis libros son reales, por supuesto están novelados, pero son reales en el sentido de que están basados en algunas personas que conozco o que he conocido. La mayor parte de los personajes de La casa de los espíritus son de mi familia, con una familia como la mía no hay que inventar nada, todo está dado. Cuando escribo muchas veces, si necesito un personaje para una situación determinada, busco una persona que se parezca y que me sirva en la novela. Yo soy una persona como todos con muchos prejuicios y no quiero que mis personajes sean acartonados, con todo lo que yo creo que el personaje debe ser, sino con la realidad, y la gente real es muy contradictoria, tiene muchos lados distintos, no son claramente cortados en una sola dirección, tú no puedes definir una persona con cuatro adjetivos, todo son matices y esos matices me resulta mucho más fácil darlos cuando conozco al modelo humano que me va a servir para los protagonistas.



Sobre el personaje de Clara:
El personaje de Clara de La casa de los espíritus es mi abuela ; una abuela que se murió cuando yo era muy niña, muchas de las cosas que yo sé de mi abuela son cosas que me han contado y que yo creo que están exageradas, porque el cuento cuando se repite muchas veces va adquiriendo una personalidad propia. Pero esa abuela, inventada o no, me ha servido para la vida, es como un espíritu benefactor que me acompaña siempre y que vuelve y vuelve en mis libros, en todos ellos hay algún personaje con algunos matices más o menos que se parece a Clara.



Sobre su destino:
Creo que cuando empecé a escribir ficción, cuando empecé a escribir La casa de los espíritus algo cambió en mí, yo no sabía si ese libro se iba a publicar, no sabía si era un libro, pensé que era una carta para mi abuelo, pero nada más sentarme a crear ese mundo personal de la novela donde uno es como un dios (uno hace las novelas, uno elige lo que van a decir, uno elige lo que van a hacer los personajes), eso le dio un vuelco completo a mi vida y comprendí que yo había nacido para eso. No supe siempre que iba a ser escritora, lo supe cuando comencé a escribir ; si siempre lo hubiera sabido tal vez hubiera tratado de escribir antes, pero tenía yo casi 40 años cuando comencé a escribir, entonces de demoré mucho es encontrar eso, porque no sabía que era eso lo que yo buscaba. Siempre me moví en la periferia de la literatura, teatro, periodismo , documentales, incluso cuentos para niños, pero sin atreverme a decir "yo quiero ser escritora", porque me parecía como muy pretencioso.



Sobre su generación:
Yo me crié en un ambiente en el cual las mujeres debíamos ser madres, esposas y si trabajábamos era para ayudar al marido en una época de su vida en la que necesitara ayuda, pero nunca pensando en que una misma tenga una profesión, una carrera, un interés personal, mucho menos una cosa creativa, entonces plantearse la escritura parecía tan pretencioso... ; si a los 19 o 20 años hubiera dicho "quiero ser escritora", se habrían reído de mí. No es como la generación de ustedes, que pueden plantearse lo que quieran, la generación mía fue la que hizo el cambio, con el feminismo realmente se salió a la calle por primera vez a trabajar, a ser profesionales, a estudiar y a todo eso... Mi generación vivió tironeada entre estas dos fuerzas, una que era el deseo de realizarse en muchos aspectos y otra que era la cultura en la cual nos habían educado. Una se sentía culpable por dejar la familia. Yo crié a dos hijos, y resultaron muy buenos hijos, pensando que yo era una madre muy mala, que los abandonaba y los dejaba con una empleada o con mi suegra ; mientras tanto me ganaba la vida y tenía como tres trabajos simultaneándose, entonces tratar de compensar y cumplir con todo era muy difícil.



Sobre Paula:
Le hablo a la memoria de los espíritus. No creo yo que aparezcan fantasmas en mi casa, que se va a aparecer Paula flotando en la escalera... no, pero la llevo permanentemente conmigo, la recuerdo permanentemente ; su memoria me es muy útil, Paula es una persona... primero era profesora, era psicóloga, y era una persona con una gran sentido común, diría yo. Cada vez que yo tenía un problema cogía el teléfono y la llamaba a España, vivían allí, y decía "Paula mira lo que pasa..." y ella tenía algún consejo para darme ; ahora no puedo coger el teléfono y llamarla, pero hago el ejercicio de memoria, de pensar "¿qué me habría dicho ella ?" en esa circunstancia, procuro que me acompañe y más o menos eso hago. Es un recuerdo, pero no continuamente, yo sí creo que hay un componente espiritual en todos nosotros que perdura, pero no creo ni en ángeles ni en demonios, ni que cuando yo muera Paula va a estar esperándome al otro lado ; no, yo creo que cuando yo me muera la parte espiritual mía se va a reintegrar a un océano de espiritualidad donde también se ha disuelto el espíritu de Paula, todos vamos a formar parte de eso de donde venimos y es la misma materia prima de todos nosotros, pero no creo que me voy a encontrar con el espíritu individual de Paula. Lo que yo más (transmito al mundo) es el recuerdo de ella ; los 28 años que ella vivió son mucho más importantes que los siglos o la eternidad de su muerte. Por eso el 22 de octubre que es el día de su nacimiento lo celebro mucho más que el seis de diciembre que el día de su muerte ; porque el hecho que nació, que vivió, y que nos dio tanto durante 28 años es mucho más importante que la pérdida.

1 Comments:

  • Hola, mi nombre es Fernando Rodríguez, soy un escritor joven que, usando tus propias palabras, "tuve mi época fan" de Isabel Allende.

    Recientemente finalicé un libro de cuentos y sería realmente importante para mí hacérselo llegar, con la ilusión de, algún día, quizás, conocer su opinión.

    Para ello ando rastreando el domicilio postal de la Sra. Allende en Sausalito, y di con tu blog.

    ¿Serías tan amable de brindarme esa información? No tenés una idea de lo que significaría para mí saber que un sobre con mis originales llegó a las manos de esta increíble autora.

    Te dejo mi dirección de mail, te pido disculpas por el atrevimiento pero ya no sé a dónde acudir: fernarodriguez@hotmail.com

    By Anonymous Anónimo, at 28/12/09 23:04  

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