Un sueño en común
Milagros Romero escribe desde Nicaragua este texto sobre la labor de un grupo de religiosas, las MMB (Mercedarias Misioneras de Bérriz), una labor que tiene mucho más de liberación social que de religiosidad, y que se hace imprescindible en los lugares más desfavorecidos. No son simples "monjitas", son mujeres fuertes y valientes que luchan por transformar la realidad que les rodea. En la sección Luz Vigía de Iguazú se puede leer el dossier completo dedicado a Nicaragua y Guatemala. Mi hermano ha trabajado con las MMB en Nicaragua, yo las he conocido allí, y aunque yo nunca he estado vinculada a su grupo ni soy especialmente religiosa, reconozco que todo lo que hacen es sin duda admirable, y que su apuesta realmente es por los más pobres, alejadas de la ostentosidad y la cerrazón mental de otra parte de la Iglesia.
Un sueño en común
“Si existe la posibilidad de un futuro sin violencia,
este futuro está en las manos de las mujeres.”
Mahatma Ghandi
Después de cinco años con las Mercedarias Misioneras de Bérriz, estoy convencida de que las mujeres estamos siendo, cada vez más, anuncio de liberación para el mundo, especialmente para las mayorías de empobrecid@s. Centroamérica es una de las regiones donde la realidad está plagada de pobreza y es víctima de las políticas desiguales provenientes de los países ricos.
Sin embargo, ahí donde parece que las esperanzas son escasas y el dolor, el pan de cada día, es donde renacen los sueños y la utopía femenina. Allá en un lugar llamado El Viejo, ubicado en el occidente de un país rico en recursos naturales y paradójicamente el segundo más pobre de Latinoamérica; allá en El Viejo, un pueblo de Nicaragua, un grupo de mujeres llevan a cabo una misión por la VIDA.
Las Mercedarias Misioneras de Bérriz, antes de ser religiosas son mujeres que han llegado a descubrir que desde el fango y la miseria los desafíos son más evidentes y desde ahí están llamadas a compartir la vida con los hombres y mujeres del mundo.
Así es la misión que llevan a cabo en El Viejo, una misión compartida con el pueblo en las distintas áreas en las que trabajan, nacida de una realidad especialmente difícil, y por lo tanto liberadora.
Cuando se habla de liberación muy pocas veces se asocia esta idea a religiosas; no obstante el carisma mercedario está fundamentado en esa teología de la opción por l@s más pobres (Teología de la Liberación) que busca lograr un mundo más equitativo y liberar al pueblo de la opresión empoderándole para que éste sea capaz de luchar por sus derechos fundamentales.
El proyecto mercedario trasciende lo puramente religioso porque el mundo necesita seres humanos comprometidos con los grandes sueños, no importa el credo ni las ideologías, no importan las diferencias cuando la lucha es común, cuando el ideal de liberación es el mismo.
Es por esto por lo que el trabajo misionero en El Viejo es pastoral y social. La Fundación Amigos de Holanda (FAH), coordinada por las MMB y receptora de la colaboración de trabajadores/as de Holanda, alberga un sinnúmero de proyectos como becas estudiantiles a jóvenes de escasos recursos y un taller juvenil de serigrafía, entre otros.
También la FAH impulsa iniciativas en las áreas de salud y agropecuaria, dirigidas a la población campesina, ya que es la que sufre las mayores dificultades cuando se trata de empleos y servicios básicos. Por otro lado, en Casa Esperanza un grupo de mujeres con capacidades diferentes realizan trabajos manuales (postales pintadas artesanalmente y bordados) con el fin de autogestionarse económicamente.
El Centro Recreativo es un espacio deportivo para la juventud viejana, en el que reciben formación un grupo de líderes juveniles, chaval@s que animan a otr@s a incluirse en los diferentes deportes que se practican en el recinto y a tener un proyecto de vida lejos del mundo de las pandillas y la delicuencia.
Estos proyectos son apenas la punta del iceberg de todo lo que a lo largo de muchos años de misión las mercedarias han realizado en El Viejo. Todos se llevan a cabo con la colaboración y coordinación con distintos organismos no gubernamentales; el trabajo en redes y el sueño de una sociedad unida contra las esclavitudes de hoy son ejes del carisma mercedario.
Los grupos juveniles constituyen una esperanza en medio de un ambiente cargado de tradicionalismo social y religioso, donde el rol de la mujer se resume a ser vista de manera utilitarista y como un símbolo sexual. De aquí la necesidad de formar a la juventud con un ideal de vida diferente y alternativo, una visión integral e integradora que lleve a las personas a ser sujetos de su propia vida.
Los temas de formación están compuestos por propuestas que van desde autoestima hasta política, sexualidad, libre comercio, entre otros que tienen como objetivo crear una conciencia crítica en l@s jóvenes.
Otra iniciativa en la cual estas mujeres son pioneras es el laicado MMB, un grupo de personas, la mayoría jóvenes, que desde su realidad trabajan llevando el carisma como una forma de vida, liberando desde sus espacios a aquell@s que son más débiles. Los laicos piensan su entorno con la lógica de la solidaridad y se unen en la conciencia y esperanza común de que, a pesar de todo, un mundo diverso y nuevo está germinando a nuestro alrededor.
El mundo de las religiosas no es otro, es este mismo mundo oprimido, adolorido por las guerras injustas, devastación ecológica, inconciencia social, consumismo, “política internacional” y más imperialismo... y que sin embargo puede/debe ser cambiado.
El Mundo, América Latina, Centroamérica, Nicaragua, El Viejo no necesitan personas santas, necesitan personas que luchen por la vida, que opten por la vida, que digan sí a la creación de otro mundo posible, sean religiosas mercedarias, musulmanas, ateas o agnósticas. La misión mercedaria es un esfuerzo y un ejemplo más de que la solidaridad es una necesidad que nos une a tod@s.
Sueño que se sueña solo puede ser pura ilusión,
sueño que se sueña juntos es señal de solución.
Hélder Cámara
*La autora es estudiante de Comunicación de la UCA (Universidad Centroamericana) y laica MMB.
Un sueño en común
“Si existe la posibilidad de un futuro sin violencia,
este futuro está en las manos de las mujeres.”
Mahatma Ghandi
Después de cinco años con las Mercedarias Misioneras de Bérriz, estoy convencida de que las mujeres estamos siendo, cada vez más, anuncio de liberación para el mundo, especialmente para las mayorías de empobrecid@s. Centroamérica es una de las regiones donde la realidad está plagada de pobreza y es víctima de las políticas desiguales provenientes de los países ricos.
Sin embargo, ahí donde parece que las esperanzas son escasas y el dolor, el pan de cada día, es donde renacen los sueños y la utopía femenina. Allá en un lugar llamado El Viejo, ubicado en el occidente de un país rico en recursos naturales y paradójicamente el segundo más pobre de Latinoamérica; allá en El Viejo, un pueblo de Nicaragua, un grupo de mujeres llevan a cabo una misión por la VIDA.
Las Mercedarias Misioneras de Bérriz, antes de ser religiosas son mujeres que han llegado a descubrir que desde el fango y la miseria los desafíos son más evidentes y desde ahí están llamadas a compartir la vida con los hombres y mujeres del mundo.
Así es la misión que llevan a cabo en El Viejo, una misión compartida con el pueblo en las distintas áreas en las que trabajan, nacida de una realidad especialmente difícil, y por lo tanto liberadora.
Cuando se habla de liberación muy pocas veces se asocia esta idea a religiosas; no obstante el carisma mercedario está fundamentado en esa teología de la opción por l@s más pobres (Teología de la Liberación) que busca lograr un mundo más equitativo y liberar al pueblo de la opresión empoderándole para que éste sea capaz de luchar por sus derechos fundamentales.
El proyecto mercedario trasciende lo puramente religioso porque el mundo necesita seres humanos comprometidos con los grandes sueños, no importa el credo ni las ideologías, no importan las diferencias cuando la lucha es común, cuando el ideal de liberación es el mismo.
Es por esto por lo que el trabajo misionero en El Viejo es pastoral y social. La Fundación Amigos de Holanda (FAH), coordinada por las MMB y receptora de la colaboración de trabajadores/as de Holanda, alberga un sinnúmero de proyectos como becas estudiantiles a jóvenes de escasos recursos y un taller juvenil de serigrafía, entre otros.
También la FAH impulsa iniciativas en las áreas de salud y agropecuaria, dirigidas a la población campesina, ya que es la que sufre las mayores dificultades cuando se trata de empleos y servicios básicos. Por otro lado, en Casa Esperanza un grupo de mujeres con capacidades diferentes realizan trabajos manuales (postales pintadas artesanalmente y bordados) con el fin de autogestionarse económicamente.
El Centro Recreativo es un espacio deportivo para la juventud viejana, en el que reciben formación un grupo de líderes juveniles, chaval@s que animan a otr@s a incluirse en los diferentes deportes que se practican en el recinto y a tener un proyecto de vida lejos del mundo de las pandillas y la delicuencia.
Estos proyectos son apenas la punta del iceberg de todo lo que a lo largo de muchos años de misión las mercedarias han realizado en El Viejo. Todos se llevan a cabo con la colaboración y coordinación con distintos organismos no gubernamentales; el trabajo en redes y el sueño de una sociedad unida contra las esclavitudes de hoy son ejes del carisma mercedario.
Los grupos juveniles constituyen una esperanza en medio de un ambiente cargado de tradicionalismo social y religioso, donde el rol de la mujer se resume a ser vista de manera utilitarista y como un símbolo sexual. De aquí la necesidad de formar a la juventud con un ideal de vida diferente y alternativo, una visión integral e integradora que lleve a las personas a ser sujetos de su propia vida.
Los temas de formación están compuestos por propuestas que van desde autoestima hasta política, sexualidad, libre comercio, entre otros que tienen como objetivo crear una conciencia crítica en l@s jóvenes.
Otra iniciativa en la cual estas mujeres son pioneras es el laicado MMB, un grupo de personas, la mayoría jóvenes, que desde su realidad trabajan llevando el carisma como una forma de vida, liberando desde sus espacios a aquell@s que son más débiles. Los laicos piensan su entorno con la lógica de la solidaridad y se unen en la conciencia y esperanza común de que, a pesar de todo, un mundo diverso y nuevo está germinando a nuestro alrededor.
El mundo de las religiosas no es otro, es este mismo mundo oprimido, adolorido por las guerras injustas, devastación ecológica, inconciencia social, consumismo, “política internacional” y más imperialismo... y que sin embargo puede/debe ser cambiado.
El Mundo, América Latina, Centroamérica, Nicaragua, El Viejo no necesitan personas santas, necesitan personas que luchen por la vida, que opten por la vida, que digan sí a la creación de otro mundo posible, sean religiosas mercedarias, musulmanas, ateas o agnósticas. La misión mercedaria es un esfuerzo y un ejemplo más de que la solidaridad es una necesidad que nos une a tod@s.
Sueño que se sueña solo puede ser pura ilusión,
sueño que se sueña juntos es señal de solución.
Hélder Cámara
*La autora es estudiante de Comunicación de la UCA (Universidad Centroamericana) y laica MMB.
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