Con carrito
Iguazú se define como artesanal, y os puedo asegurar que efectivamente lo es. Los primeros números eran fotocopias en los que "cortar y pegar" no era un comando informático, sino toda una manualidad. Nos ayudó mucho entonces un chico muy simpático que llevaba "Fotocopias Gil", en el Portal de Villareal en Vitoria (hoy "Fotocopias Iris", también regentado por una chica muy amable que resulta que por casualidades de la vida, conocía nuestra revista y tenía en su casa algún número). El caso es que el de Fotocopias Gil prácticamente montaba él sobre la máquina las fotos y los textos según le íbamos diciendo y así componíamos la revista. Además nos las grapaba sin cobrarnos todo este trabajo extra, y haciéndonos un precio bastante económico.
Más tarde, conseguimos una subvención de la UPV, tuvimos acceso a un escáner y a un ordenador medio aceptable y la imagen de la revista mejoró notablemente. Eso fue a partir del número 5, allá por 1999. Aunque no la composición, la organización de la revista (conseguir los textos, pensar el diseño, distribuirla...) seguió siendo un trabajo artesanal.
Y lo más artesanal de todo ahora mismo, sin duda, es la distribución. Nuestra tirada es de 1.400 ejemplares. Son como 10 cajas de entre 10 y 12 kilos cada una. La imprenta nos las entrega en la sede de la asociación (como no conseguimos un local, y hacía falta una dirección oficial, mi propia casa acabó conviertiéndose en sede de la asociación), y allí se quedan haciendo bulto en el pasillo de mi casa, ante la mirada de mi madre, que suspira dándome por perdida.
De ahí, poco a poco, engañando a amigos algunas veces, y a la familia otras, las repartimos en varias facultades de los tres campos de la UPV (Universidad del País Vasco). Por ejemplo, no hace mucho mis amigos Nuria y Edu hicieron un viajecito de propio a Leioa para repartir allí unas cajas que tuvieron varios días cargadas en el maletero de su coche.
Los números de Vitoria los reparto yo misma, y para ello adquirí en los chinos un carrito que me está resultando de lo más útil. Lo malo es que a veces se me desmonta por culpa del peso y lo tengo que volver a montar, y que otras veces se niega a plegarse y lo tengo que llevar de vuelta a casa desplegado y vacío. También emite un peculiar ruido al moverlo, que me indica que tengo que engrasarlo un día de estos...
Así que yo he decidido reírme de todo esto, y cuando me presentan en algún lugar oficial o me entrevistan en algún medio (medios locales y casi tan artesanales como nuestra revista) y dicen de mí que soy directora de una revista literaria, yo añado que sí, que lo soy, pero que "con carrito".
Ayer, sin ir más lejos, llevé unos ejemplares al Artium en Vitoria (el nuevo museo de arte contemporáneo) y así me presenté a la directora de la biblioteca (simpatiquísima, por cierto) con mi caja atada artesanalmente (no tenía a mano ni gomas ni cuerda y utilicé cinta de carrocero) a mi viejo -aunque útil- carrito.
Más tarde, conseguimos una subvención de la UPV, tuvimos acceso a un escáner y a un ordenador medio aceptable y la imagen de la revista mejoró notablemente. Eso fue a partir del número 5, allá por 1999. Aunque no la composición, la organización de la revista (conseguir los textos, pensar el diseño, distribuirla...) seguió siendo un trabajo artesanal.
Y lo más artesanal de todo ahora mismo, sin duda, es la distribución. Nuestra tirada es de 1.400 ejemplares. Son como 10 cajas de entre 10 y 12 kilos cada una. La imprenta nos las entrega en la sede de la asociación (como no conseguimos un local, y hacía falta una dirección oficial, mi propia casa acabó conviertiéndose en sede de la asociación), y allí se quedan haciendo bulto en el pasillo de mi casa, ante la mirada de mi madre, que suspira dándome por perdida.
De ahí, poco a poco, engañando a amigos algunas veces, y a la familia otras, las repartimos en varias facultades de los tres campos de la UPV (Universidad del País Vasco). Por ejemplo, no hace mucho mis amigos Nuria y Edu hicieron un viajecito de propio a Leioa para repartir allí unas cajas que tuvieron varios días cargadas en el maletero de su coche.
Los números de Vitoria los reparto yo misma, y para ello adquirí en los chinos un carrito que me está resultando de lo más útil. Lo malo es que a veces se me desmonta por culpa del peso y lo tengo que volver a montar, y que otras veces se niega a plegarse y lo tengo que llevar de vuelta a casa desplegado y vacío. También emite un peculiar ruido al moverlo, que me indica que tengo que engrasarlo un día de estos...
Así que yo he decidido reírme de todo esto, y cuando me presentan en algún lugar oficial o me entrevistan en algún medio (medios locales y casi tan artesanales como nuestra revista) y dicen de mí que soy directora de una revista literaria, yo añado que sí, que lo soy, pero que "con carrito".
Ayer, sin ir más lejos, llevé unos ejemplares al Artium en Vitoria (el nuevo museo de arte contemporáneo) y así me presenté a la directora de la biblioteca (simpatiquísima, por cierto) con mi caja atada artesanalmente (no tenía a mano ni gomas ni cuerda y utilicé cinta de carrocero) a mi viejo -aunque útil- carrito.
1 Comments:
Hola Nuria Rita Sebastián Cisneros, Que alegre!!! Desde Nicaragua he revisado tus memoria y me han resultado un poco cómicas por cierto, Tamaño Nuria... Espero me llego por lo menos una pincelada del Iguazú... Besos desde El Viejo, Nicaragua
Donoso Peñalba Rivera.
By Anónimo, at 29/10/04 00:08
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